Un grupo internacional de científicos sugiere una relación entre la toxoplasmosis y la tendencia a emprender
Un tema común en historias que mezclan la ciencia ficción con el terror es la del alienígena capaz de controlar la mente de una persona para sus propios propósitos. Aunque estas son historias de fantasía, podemos observar cosas parecidas en la naturaleza. Todos sabemos de la existencia de parásitos, criaturas vivas que viven sobre otra o en su interior: las solitarias, las garrapatas o el protozoo que causa la malaria son algunos ejemplos comunes. Estos parásitos, al igual que el resto de los seres vivos, necesitan sobrevivir y reproducirse. Aquellos que lo hacen mejor se vuelven, después de varias generaciones, más abundantes que los que se reproducen menos; esta es la base de la selección natural, el principal motor de la evolución en nuestro planeta.
En este contexto, algunos parásitos han evolucionado para modificar el comportamiento de sus hospedadores para que les ayuden a completar su ciclo vital, aún a costa de sus vidas. Algunos ejemplos escalofriantes de este fenómeno son:
- Dicrocoelium dendriticum: un gusano plano que se reproduce en el hígado de rumiantes, pero que frecuentemente infecta hormigas. El gusano afecta el comportamiento de la hormiga para que trepe a una brizna de hierba y se ancle a ella con sus mandíbulas, aumentando las posibilidades de que una vaca u otro rumiante se la coma accidentalmente.
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